Prepararse para tomar un examen solía consistir en saber si habías estudiado o no. Hoy en día, también se trata de tener una buena conexión WiFi, de asegurarte de que tu hermano no haya programado su clase virtual de violín en la habitación de al lado, y de cómo puedes demostrarles a tus supervisores de examen, que se encuentran a cientos o incluso miles de kilómetros de distancia, que en verdad eres tú.
Ethan Jones está cursando un máster en Gestión de la Construcción en Deakin University, cuya sede está en Victoria (Australia), mientras permanece en su casa en Hobart (Tasmania), a casi 400 millas de distancia. Para demostrar su identidad durante el confinamiento a causa de la pandemia de COVID-19, Ethan ha tenido que escanear su pasaporte, pero el documento está viejo y desgastado. Se le ha pedido que acerque su carné de estudiante a la pantalla del ordenador para que quede alineado, pero no ha funcionado.
«Vivimos en una era de hiperconectividad, en la que los servicios digitales transforman las compras, los negocios, la política, la atención médica y la comunicación»
Con el aumento del número de casos de COVID-19, cada vez más personas optan por no recibir atención en persona, lo que dificulta aún más la identificación y autentificación de los pacientes, afirma la fundadora y CEO de b.well, Kristen Valdés.
“El personal sanitario comprueba los síntomas, clasifica, se ocupa de la telesalud y ordena la renovación de recetas para que los pacientes reciban la atención que necesitan”, afirma. “Eso requiere una intensa necesidad de avanzar en la identidad muy rápidamente para que podamos brindar a la gente la atención adecuada, conectarla con los registros correctos y atenderla de forma virtual o digital o incluso desde sus casas”.